Los motivos para ahorrar pueden ser tan variados como las metas que te propongas. ¿Quieres comprar un departamento o un auto? ¿Quieres comprarte un computador nuevo? ¿Quieres ir a tomar sol a Brasil? En estos casos y miles más, la mejor opción que tienes es ahorrar.
Y no se trata sólo de metas. Ahorrar te puede servir para complementar tu pensión, y tener una vejez más cómoda, o simplemente para tener un “colchón” de dinero para sortear imprevistos, como emergencias médicas o períodos de cesantía.
Lo ideal es considerar el ahorro cuando haces tu presupuesto personal o familiar. Después de pagar tus gastos, trata de apartar siempre algo de lo que te quede para ahorrarlo.
Los tiempos de guardar billetes debajo del colchón ya están en el pasado. Actualmente, hay una gran cantidad de opciones en la industria financiera para poder ahorrar, dependiendo de cuál sea el propósito de ese ahorro.
El plazo del objetivo que te has propuesto te ayudará a que decidas por una de las distintas alternativas, según tus expectativas de rentabilidad o de riesgo. Por ejemplo, un ahorro para tu jubilación es una inversión de largo plazo, dependiendo de cuántos años tienes, mientras que la compra de un bien –como un televisor, por ejemplo– requerirá un ahorro de corto plazo.
Alternativas de ahorro
Dentro de las fórmulas de ahorro que ofrece la industria financiera nacional, estas son algunas de las más comunes:
1. Depósitos a plazo
Son ofrecidos por los bancos y se consideran como una de las inversiones más seguras en el mercado. La idea es que ubicas un monto en uno de estos depósitos y elijes un plazo (tres meses, por ejemplo) en que no vas a poder acceder a ese dinero. Después de ese período, obtienes de vuelta lo que depositaste más una pequeña rentabilidad, dependiendo de las tasas de interés que ofrezca el banco.
2. Fondos mutuos
Este es uno de los espacios más frecuentados para los ahorros y sus distintos fines. Ofrecidos por las administradoras generales de fondos (AGF), ofrecen una amplia gama de tipos de fondos dependiendo de donde inviertan y en qué inviertan. Existen de renta fija, que invierten en bonos de deuda que por lo general tienen rentabilidades más bajas, aunque con menos riesgo. Y existen accionarios, que invierten en acciones y que por lo tanto pueden resultar muy convenientes en el largo plazo, pero que estarán siempre sujetos a vaivenes e incluso pérdidas. La decisión de cuál elegir la debieras tomar dependiendo del fin para el que tienes ese ahorro. Si es un fin de largo plazo, como tu pensión si aún eres joven, podrás tomar más riesgo.
3. APV
Es la sigla de “ahorro previsional voluntario” y corresponde a un ahorro para complementar tu pensión. Este tipo de productos los ofrecen las AGF, las administradoras de fondos de pensión (AFP) y las compañías de seguros. Los APV adquiridos fuera de las AFP son series específicas de fondos mutuos, así que las fórmulas de inversión son tan variadas como los productos que se ven en esa industria.
Esta opción es atractiva para el ahorro con miras a la jubilación, ya que tiene beneficios tributarios, pero no tanto para otros tipos de metas. Si tomas este tipo de producto, ya sea en una AFP o en fondos mutuos, tendrás que elegir en qué régimen incorporarte: A o B.
En el primero, el Estado hace un aporte del 15% de lo ahorrado, con un tope de 6 UTM (alrededor de $ 300 mil), pero con la condición de no retirar los fondos antes de jubilar. Esta modalidad tiende a ser más conveniente si ganas hasta $ 3,5 millones y ahorras hasta $ 166 mil mensuales. En cambio, en el régimen B, lo que aportas en APV se descuenta de los ingresos que pagan impuestos, lo que te trae beneficios relevantes si estás en el tramo alto de ingresos.
4. Cuenta Dos de AFP
En paralelo a la cuenta de AFP que tienen todos los cotizantes, existe la opción de abrir una Cuenta Dos, que es de ahorro voluntario. Ofrece más opciones de retirar fondos que
el APV, y tiene la opción de beneficios tributarios, pero sólo si se destina a la jubilación. La cartera de estos fondos tiene la misma lógica que la de los fondos de pensiones, con fondos A, B, C, D y E, de más a menos riesgoso. Al ahorrar aquí, eso sí, puedes elegir tener tu plata repartida hasta en dos multifondos distintos.
La bola de nieve
Cualquiera que sea el producto de ahorro que escojas, lo mejor es empezar a ahorrar lo antes posible. ¿Por qué? La respuesta está en el interés compuesto.
Se conoce como interés compuesto al interés que se paga sobre un capital inicial y también sobre los intereses que ese capital ya haya generado previamente. Esto quiere decir que, sobre el monto que ahorraste, los mismos intereses que ese dinero generen van generando nuevos intereses por su cuenta, lo que hace crecer tu capital progresivamente y de manera más rápida.
Imagínatelo como una bola de nieve, que se va haciendo más grande a medida que va avanzando por una ladera. Mientras más crece la bola de nieve, más superficie tiene y así más nieve se le va uniendo. De esta manera, lo que vas ganando por rentabilidad en tus ahorros va generando más rentabilidad, haciendo crecer la bola de nieve más rápidamente en el tiempo.
De esta manera, mientras antes empieces a ahorrar para tus metas, más tiempo tendrá la “bola de nieve” para crecer y antes podrás disfrutar de ellas.
Cada peso cuenta
Existe la visión común que para ahorrar es necesario tener un monto relevante mes a mes, pero la verdad es que cada peso cuenta. Esta es la filosofía del micro ahorro, donde apartar hasta los montos más pequeños te puede ayudar a cumplir tus metas financieras de corto, mediano y largo plazo.
El monto no es lo relevante. Hasta el vuelto del café podría generar un impacto en el largo plazo. Lo más importante es que seas constante. Si conviertes en una costumbre ir ahorrando pequeños montos durante el mes, independiente de cuántos sean tus ingresos, ese colchón va a ir creciendo con el tiempo.