En términos generales, una deuda es una obligación de pago futuro que tiene una persona o empresa con otra persona o entidad crediticia. Y el precio que se paga por una deuda, es el interés que es cobrado por la misma, y dependerá del riesgo que represente quien toma ese crédito y del plazo en que hay que pagarla. De esa forma, mientras más largo sea el plazo para pagar, más intereses se acumularán en el tiempo. Y mientras más riesgosa sea percibida la persona, mayor será la tasa de interés.
Para las personas naturales, las formas más comunes de deuda son los créditos con instituciones financieras, ya sea bancos u otras compañías del rubro.
A continuación, te presentamos información relevante que te ayudará a ampliar tus conocimientos sobre endeudamiento responsable
Las características de los contratos de crédito varían según el tipo de préstamo que se pacte, las políticas del banco o financiera que lo emite y el perfil de la persona que lo toma, pero hay elementos comunes.
Por un lado, todas son obligaciones que están sujetas a un plazo específico. Ya sea una compra con tarjeta de créditos a tres meses o un crédito hipotecario a veinte años, siempre hay un periodo en el cual se salda la deuda, independiente de que haya opciones de restructurarlas antes de finalizar el pago.
Además, todos los créditos se pagan en cuotas, que generalmente son montos mensuales que el deudor va cancelando a la institución que lo financió.
Los créditos tienen varios costos asociados. El principal es la tasa de interés, que es lo que te “cobra” el banco por prestarte el dinero que solicitaste. Este cobro se expresa como un porcentaje sobre el monto solicitado y se cobra mensualmente, incorporado en la cuota.
Además, hay gastos adicionales como por ejemplo primas de seguros. Estos cobros, conjuntamente con la tasa de interés, se consolidan en un porcentaje llamado Carga Anual Equivalente (CAE), que engloba el “costo” total de un préstamo bancario.
Hay diferentes elementos que inciden en qué tasa ofrece un banco o institución financiera. Entre ellos podría considerase de gran importancia el “perfil de riesgo” del solicitante, el cual se define principalmente por la estabilidad de sus ingresos fijos, su nivel de endeudamiento y el historial de no pago de sus deudas. Todos estos elementos son tomados en consideración para la fijación de la tasa de interés.
Eso sí, cualquiera sea la tasa, esta no puede pasar de cierto nivel, que fijan los reguladores y se llama tasa máxima convencional (TMC). La Comisión para el Mercado Financiero (CMF), autoridad que regula las tasas máximas, las determina todos los meses y las define para nueve categorías. Estas clasificaciones corresponden a deudas de distintos plazos y montos así como tipos de crédito. Así, el máximo que te pueden cobrar, por ejemplo, para un crédito por más de 500 UF a 12 meses será distinto a la tasa máxima de un préstamo más pequeño y con menor plazo.
Todas las personas tenemos realidades económicas distintas, y esos factores son los que van a determinar qué tanto podemos endeudarnos de forma responsable. La capacidad de endeudamiento, como dice su nombre, es el espacio que tiene una persona para tomar niveles de deuda sin caer en la insolvencia.
Cuando una persona traspasa el umbral de su capacidad de tomar deuda, entra en el llamado sobreendeudamiento, donde los ingresos no alcanzan para pagar las obligaciones que tomaron.
No hay una regla fija, y las realidades de todos son muy distintas, pero los expertos generalizan que, si destinas más de un tercio de tus ingresos mensuales al pago de deudas, probablemente ya estás sobre endeudado.
Si ese es tu caso, es importante tomar cartas en el asunto, revisando tu presupuesto personal o familiar para alivianar los gastos y apretarte el cinturón hasta poder alivianar tu carga mensual.
Es crítico no caer en el “bicicleteo” de deuda, ya que entrando en una deuda para pagar otras sólo empeora el problema. Esto porque tu perfil de riesgo va empeorando, lo que hace que los préstamos que pidas para pagar tus deudas probablemente tendrán un costo más alto a nivel de intereses.
Para las personas que se encuentran en esta situación, una buena herramienta es la consolidación de sus deudas. En estas operaciones, puedes tomar tus distintas obligaciones con el o los bancos y empaquetarlas en un solo crédito único, lo que te permite tener más claridad sobre las cuotas a pagar mes a mes y baja la carga del pago de intereses. Esto es especialmente útil para quienes tienen deudas “caras” –es decir, con mayor tasa de interés– como los créditos de consumo o la deuda de las tarjetas de crédito.
Para evitar desordenarte con tu situación económica y terminar en un remolino de deudas, lo más importante es hacer un rayado de cancha con tus ingresos y tus gastos, diferenciando con cuidado entre tus necesidades y las cosas que no son esenciales.
En ese sentido, cada vez que contratas un crédito, el número que tienes que mirar primero es el CAE. Como ese porcentaje agrupa todos los costos de un crédito, te va a dar una mirada más real de cuánto te va a costar mensualmente que el banco o alguna otra institución financiera te preste esa plata. Con ese número en mano, recuerda: mientras más bajo sea, más conveniente va a ser para ti.
Con esta información, obtendrás la cuota mensual que tendrás que pagar, lo que te permitirá evaluar si tienes el espacio en tu presupuesto para tomar ese nuevo préstamo y así evitar caer en el sobrendeudamiento.
El umbral de endeudamiento de cada persona es tan variado como su talla de zapatos. Por lo mismo, no hay una regla general para determinar si una persona está sobre endeudada, pero hay ciertos lineamientos generales.
El Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) tiene recomendaciones al respecto. Para el caso de las personas que ganan entre $200 mil y $600 mil, recomiendan tener una carga financiera máxima de 25%.
Recuerda que la carga financiera es el porcentaje de tus ingresos que se destinan a pagar deudas mensualmente. Así que, si ganas $400 mil, lo ideal es que destines menos de $100 a pagar este tipo de obligaciones.
En cambio, quienes ganan entre $600.001 y $1.300.000 deberían mantenerse bajo el 40% y quienes rentan entre $1.300.001 y $2.500.000 bajo 50%. Las personas que ganan más de eso, según recomienda el servicio, deberían tener una carga financiera de no más de 55%.
Siguiendo esa misma lógica, si ganas $1 millón, deberías tratar de mantener tus pagos de deudas mensuales bajo $400 mil, y si ganas $2 millones, esos montos no deberían superar el $1 millón.
Si quieres ver cuál es tu carga financiera y cuál es tu capacidad de ahorro, te invitamos a dirigirte a la calculadora de presupuesto familiar en línea del Sernac, que puedes encontrar AQUÍ.